CUEVA DE ALTAMIRA
El descubrimiento de la cueva de Altamira significó un vuelco para el conocimiento que se tenía hasta finales del siglo XIX sobre el hombre prehistórico: de ser considerado salvaje e incapaz de crear una obra artística, pasó a ser definido como un ser con una sensibilidad y una técnica sorprendentes.
La casualidad fue el germen del hallazgo de una pequeña abertura que daba entrada a la cueva, excavada en roca natural, en 1868. De hecho, un perro fue el que dio la pista de lo que había entre unas grietas, aunque pasaron 11 años hasta que las pinturas fueron descubiertas por una niña de 8 años mientras acompañaba a su padre en busca de restos de huesos y sílex en su interior. Pero la historia se volvió tan compleja como inverosímil, al negar el mundo científico que el primer tesoro pictórico prehistórico conocido hasta el momento se correspondiera con arte paleolítico.
Sin embargo, en 1902 llegó ese reconocimiento universal sobre la autenticidad de las pinturas y las disquisiciones de la ciencia empezaron a centrarse en la precisión cronológica de la ocupación de la cueva, las técnicas empleadas y su finalidad.
Las pinturas y grabados de la cueva pertenecen a los períodos Magdaleniense y Solutrense principalmente y, algunos otros, al Gravetiense y al comienzo del Auriñaciense, esto último según pruebas utilizando series de uranio. De esta forma se puede asegurar que la cueva fue utilizada durante varios periodos, sumando 22 000 años de ocupación, desde hace unos 35 600 hasta hace 13 000 años, cuando la entrada principal de la cueva quedó sellada por un derrumbe, todos dentro del Paleolítico superior.
El estilo de gran parte de sus obras se enmarca en la denominada «escuela franco-cantábrica», caracterizada por el realismo de las figuras representadas. Contiene pinturas polícromas, grabados, pinturas negras, rojas y ocres que representan animales, figuras antropomorfas, dibujos abstractos y no figurativos.
En cuanto a su techo de los polícromos ha recibido calificativos como Capilla Sixtina» del arte rupestre; la manifestación más extraordinaria de este arte paleolítico la primera cueva decorada que se descubrió y que continúa siendo la más espléndida y si la pintura rupestre [paleolítica] es el ejemplo de una gran capacidad artística, la cueva de Altamira representa su obra más sobresaliente nos indican la gran calidad y belleza del trabajo del hombre magdaleniense en este recinto.
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